A día de hoy, junio de 2019, a falta de poco más de un año para concluir la segunda década del siglo XXI, resulta ya un lugar común utilizar la palabra “redes” de forma asociada a la práctica totalidad de formas de relacionarnos y construir conocimiento. Una palabra que está imbricada en la masa gris de la civilización actual, individualmente conectada. Hablamos de “redes” en muchos sentidos: aplicaciones digitales de redes sociales; redes de trabajo en los proyectos internacionales de investigación; redes informáticas; redes de telecomunicaciones; redes sectoriales; redes políticas…
Pero, en líneas generales, ¿qué son las redes? Pues desde un punto de vista muy general podemos definirlas como las distintas y múltiples conexiones que se llevan a cabo entre diferentes nodos, y que si pudiéramos unir con una línea imaginaria cada una de esas interconexiones, se armaría un tejido similar a las telarañas que pueblan las esquinas olvidadas o, nunca mejor dicho, a las redes que desde tiempos inmemorables se han utilizado en la pesca.
Por lo tanto, si hablamos de redes, no estamos reflexionando sobre nada nuevo. Podríamos poner muchos ejemplos de las interconexiones desde casi el principio de los tiempos; pero qué duda cabe que la gran revolución tecnológica que se ha gestado desde finales de los años 60 del ya pasado siglo XX, y que tuvo como corolario la sinergia de los avances de la informática con las telecomunicaciones hasta llegar a Internet, ha significado el punto de inflexión, la escalada total de la “red” como paradigma y eje del mundo actual. Decía McLuhan que “el medio es el mensaje”, para llamar la atención sobre la importancia cultural que estaban cobrando las innovaciones tecnológicas. Hoy, aunque no libres de riesgo, nos atrevemos a decir que “la red es el mensaje”.
Pero, ¿por qué hacemos toda esta reflexión sobre las redes? La respuesta ya os la podéis imaginar claramente por el título de este post. Queremos homenajear a Eduard Punset (1936-2019), recientemente fallecido y que, aunque desarrolló muchas facetas a lo largo de su vida, seguramente el gran público lo recordará siempre como divulgador científico por su programa Redes, que se comenzó a transmitir el sábado 23 de marzo de 1996 en Televisión Española, y que estuvo en el aire unos 18 años.
Pero lo curioso del caso, y lo que queremos enfatizar en estas líneas, es que en aquellos años, si bien el fenómeno de las nuevas tecnologías de la comunicación ya empezaban advertir un panorama distinto, no tenían aún el carácter omnipresente de la actualidad. ¿Cuántos hogares tenían conexión a Internet en la España de 1996? En ese sentido, Punset fue sin duda un visionario. Los curiosos pueden consultar en, nunca mejor dicho, las redes que teje Internet, ese primer programa de Punset (https://bit.ly/2JLohcr). “Las redes humanas, las redes de la información, las redes del conocimiento, serán realmente el soporte de la vida cotidiana". Con esas palabras empezó Punset su primer programa en el que contaba con la actriz Carmen Maura y el empresario Leopoldo Rodes como invitados.
El decorado del estudio resultaba también significativo. Detrás de Punset un flamante modelo de ordenador que ya hoy se nos hace una pieza vintage, y que seguro aún sobreviven muchos de ellos en los naufragios de las habitaciones de hijos hace tiempo emancipados de sus casas. Al parecer, al principio quería ser un programa más orientado a la Economía, algo que podría parecer más lógico por el recorrido profesional del divulgador, que había estudiado Derecho, se había especializado en Economía en Los Ángeles, Londres y París, y había participado activamente en los primeros años de la Transición, llegando a ser Ministro de Adolfo Suárez, diputado, eurodiputado y otros tanto cargos en la Generalitat. Pero poco a poco, nos fuimos acostumbrando a que la peculiar voz metálica de Punset, con su inconfundible y profundo acento catalán, incluso cuando hablaba inglés, discurriera con un obstinado espíritu transdisciplinar por la Neurología, la Astronomía, la Química, la Psicología, la Oncología, la Física, la Biomedicina y un sinfín de áreas del conocimiento, todas en permanente diálogo.
Toda persona que se apasione por difundir el conocimiento merece ser recordada y homenajeada; pero además de Punset hemos aprendido, y por supuesto le reconocemos, que el “reciclaje intelectual” es posible, y que el conocimiento es inter, multi y transdisciplinar; que no hay compartimentos estancos, sino muchos vasos comunicantes; muchas, a fin de cuentas, redes. Larga vida, Eduard.
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