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Voluntarios que son socios, que son especialistas, que son amigos…

16/02/2018

Para los que nos seguís de forma habitual, sabéis que en este blog procuramos contaros esas experiencias que ocurren en el Museo que se escapan a la oficialidad y el acartonamiento de las webs y los comunicados institucionales. En las grandes casas y palacios de tiempos pasados siempre existían pequeñas estancias, gabinetes, o salitas íntimas, reservadas para las visitas de más confianza, para contar aquellas anécdotas que no estaban pensadas para el gran público. Algo así quiere ser este blog, un salón cómodo en el Pabellón de Perú para los amigos.

Y ya que estamos hablando de amigos, queremos dedicar esta entrada de hoy a todas las asociaciones que hacen vida y que le dan vida al Museo, y que sin su participación ya no podríamos concebir nuestra programación de actividades. Os los presentamos: la Asociación Micológica Hispalense “Muscaria”, la Federación de Asociaciones de Astronomía “Cielo de Comellas”, el Grupo local de Sevilla de la Sociedad Española de Ornitología SEO/Birdlife, el Grupo local de Sevilla de Greenpeace y la asociación de profesores jubilados “Cum Magno Iubilo”.

Seguramente sabéis que la mayoría de los museos cuentan con asociaciones de amigos o grupos de voluntarios que colaboran de forma desinteresada y “por amor al arte” en el desarrollo de sus actividades culturales y educativas. Nosotros, desde el Museo Casa de la Ciencia, tenemos la gran fortuna de contar con unos voluntarios muy especiales y especializados: unas asociaciones colaboradoras dedicadas con auténtica profesionalidad y experticia a áreas concretas del conocimiento: Micología, Astronomía, Ornitología, Medio Ambiente, Pedagogía…

Se trata de un valor añadido de incalculable precio: además de realizar un trabajo voluntario y desinteresado, es altamente especializado. El Museo Casa de la Ciencia sin duda ya no sería el mismo sin actividades que se han afianzado como citas clásicas y de referencia en la oferta cultural de la ciudad: el Cielo del Mes, los Martes Ornitológicos, el Noviembre Micológico, los talleres de concienciación medioambiental o el Aula del Parque en el Museo.

El voluntariado es sin duda un elemento fundamental para cualquier institución museística, porque es parte de la argamasa que crea vínculo con la comunidad y sentido de pertenencia; es la base de aquello que los grandes museólogos franceses Henri Riviére y Hugues de Varine definieron como ecomuseos, esos museos donde la comunidad en la que están insertados tiene participación real y mucho que decir. El voluntariado hace que el edificio se convierta en una casa; y nosotros, que ya somos una casa, gracias a los voluntarios nos convertimos en un hogar.  Un hogar auténtico en el que por supuesto a veces comentemos errores (malentendidos y despistes en reservas de salas por ejemplo), pero que se pueden resolver con una conversación sincera.

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