Mañana 25 de abril se cumplen 26 años del mayor desastre ecológico de Andalucía, el vertido de Aznalcóllar. El Parque Nacional de Doñana se vió amenazado por millones de metros cúbicos de lodo. Un vertido tóxico procedente de la cercana mina de la localidad de Aznalcóllar cubría la superficie de su suelo contaminando su medio ambiente. La actuación y las medidas tomadas por la comunidad científica fue determinante. La ciencia demostró una vez más, quizás la más determinante, que da soluciones a los problemas y en este caso, el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) jugó un papel fundamental en la búsqueda de soluciones a lo que pudo llegar a ser una tragedia medioambiental.
En titulares: en abril de 1998, se produjo la rotura de la Balsa Minera de Aznalcóllar, propiedad de la empresa sueca Boliden, liberando un vertido tóxico en el Parque Nacional de Doñana. Una rotura provocada por el deslizamiento de la base en la que se asentaba. Un total de cinco millones de metros cúbicos de residuos que dañaron toda la zona. Un vertido que podría haberse prevenido, según atestiguaron después varias fuentes. El CSIC, de hecho, advirtió de una zona de escape y de la catástrofe que se podría provocar. Sus informes manifestaban la presencia de contaminantes procedentes de la mina de Aznalcóllar a través del río Agrio quince años antes de la fecha de la tragedia.
Como testigo directo y participante activo en las primeras comisiones científicas formadas por el CSIC y las universidades, esta institución evaluó el impacto del vertido y propuso las medidas de mitigación y recuperación de la zona afectada. Para una correcta recuperación de la forestación y la creación de un espacio protegido se tuvieron que implantar medidas esenciales como la prohibición de la caza y pesca. Pero la actuación más urgente fue sin duda retirar el lodo.
Un suceso que se reconoce como la mayor tragedia ecológica y socioeconómica de Andalucía en el que el CSIC actuó como órgano de referencia. Fundamental en la evolución tras un vertido tóxico que ha provocado contaminación secundaria como consecuencia de lo sucedido. La recuperación de suelos y servicios ecosistémicos se dieron de forma efectiva gracias a las investigaciones y estudios de los elementos traza en suelos de Andalucía. Conocer el suelo, investigar, hacer ciencia. Una medida imprescindible para paliar catástrofes como ésta con las herramientas adecuadas a la preservación e impulso de la biodiversidad.
Tras años y años desde que se produjese este desastre, se ha continuado estudiando la situación pasada, actual y futura. El Parque Nacional de Doñana ha cambiado, su biodiversidad se ha visto afectada a raíz de este vertido pero la actuación fue la correcta. El conocimiento y la tecnología tras la catástrofe da experiencia y oportunidad de plantear soluciones a problemas similares para evaluar técnicas de recuperación de suelos contaminados como sucedió con la rotura de la balsa de residuos mineros en el mayor espacio natural de España.
Por Lucía Márquez
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