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Los vertederos espaciales

12/06/2024

En la órbita de la Tierra sobrevuelan restos de objetos fabricados por el ser humano que ya no tienen utilidad, es lo que se conoce como basura espacial. Estos objetos están formados por satélites fuera de servicio, fragmentos de colisiones y cohetes o deshechos de actividades espaciales. Esta acumulación cada vez mayor se convierte en grandes desafíos para los satélites espaciales, las misiones y la Estación Espacial Internacional (EEI) ya que sus tamaños varían desde las pequeñas piezas hasta elementos de grandes dimensiones que viajan a velocidades que alcanzan los 28.000 kilómetros por hora. Además de los daños físicos que pueda generar el impacto con esta basura espacial, hay que sumarle el ‘Síndrome de Kessler’, que indica que las colisiones generan aún más fragmentos, aumentando exponencialmente el problema hasta que pueda convertirse en una reacción en cadena que congestione el tráfico espacial.

La gestión y control de la basura espacial es todo un desafío para las principales agencias espaciales del mundo. Es el caso del Centro Español de Vigilancia y Seguimiento Espacial (S3TOC), cuya misión es observar todos estos objetos que se mueven en la órbita de nuestro Planeta para adelantarse a posibles accidentes.  Debido a la creciente complejidad del entorno orbital, los activos espaciales corren cada vez más riesgo de colisión con otras naves espaciales operativas o con desechos. Al mismo tiempo, los objetos pueden volver a entrar y causar daños en el suelo. Para mitigar estos riesgos, la Vigilancia y Seguimiento Espacial de la Unión Europea (SST) inspecciona y rastrea dichos objetos, y proporciona esta información a una variedad de partes interesadas. Su control se basa en 400 satélites que son propiedad de 60 usuarios europeos y del resto del mundo

Este servicio divide la alerta en tres niveles: evento de interés alto, en el que se recomienda una acción de mitigación; evento de interés con nivel de advertencia, donde el riesgo es medio y se estudia su evolución y evento informativo, en el cual el riesgo es bajo. Para definir cada nivel, los expertos se basan en el tiempo de aproximación, la probabilidad de colisión y la geometría. En los casos de probabilidad de colisión elevada, este servicio proporciona a los operadores responsables posibles acciones de mitigación para reducir el riesgo, sin embargo, está en manos de los propietarios seguir estas instrucciones o no.

Suelen detectar una media de diez eventos cada semana con posibilidad de colisión. Cuando hay más de un agente implicado en un posible choque de satélites, es necesario llegar a acuerdos, aunque no tienen la obligatoriedad de modificar sus movimientos, algo que se complica cuando ambas partes no tienen comunicación fluida, como puede ser el caso de operadores rusos y chinos. También puede ocurrir que ninguna de las dos partes esté activa o que simplemente sean satélites abandonados, formando parte de la basura espacial. En estos casos lo único que se puede hacer, indican los expertos, es esperar que el accidente no sea agresivo y que desprenda el menor número posible de fragmentos.

Aunque haya personas trabajando diariamente en la observación y control de la basura espacial, la necesidad de establecer reglas universales se hace más urgente con el aumento de la actividad en el espacio. La cooperación internacional y el desarrollo de tecnologías innovadoras son los próximos retos para asegurar la sostenibilidad del entorno espacial y su protección.

Por Sara Adán. 

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