¿Cómo percibimos el paso del tiempo? [1]
El paso del tiempo en nuestra mente es un fenómeno complejo a la vez que interesante. Aunque el tiempo sea una constante en el Universo, nuestra percepción de él puede variar significativamente según el contexto o las actividades a las que nos dediquemos. El propio Albert Einstein ya afirmaba lo siguiente: “pon tu mano en una estufa caliente por un minuto y parecerá una hora. Siéntate con una chica bonita durante una hora y parecerá un minuto”. Del mismo modo, Aristóteles ya reflexionaba sobre la naturaleza del tiempo, por lo que podemos intuir que este tema ha preocupado al ser humano desde siempre.
Durante los últimos años, la neurociencia se ha encargado de estudiar precisamente cómo el ser humano percibe el rápido o lento paso del tiempo dependiendo de sus circunstancias personales. En una reciente entada del diario El País [2], el catedrático emérito de psicobiología del Instituto de Neurociencia de la Universidad Autónoma de Barcelona, Ignacio Morgado, mencionaba, en este sentido, la importancia, de distinguir entre el tiempo real, es decir, el que ocurre en nuestros relojes, del tiempo mental, el que nuestra mente considera que ha transcurrido. Los antiguos griegos ya reconocían esta diferencia entre el tiempo lineal, que se medía con reloj, al que llamaban Chronos y relacionaban con la rutina y la planificación y, por otro lado, el tiempo cualitativo, conocido como Kairós, que no se mide en unidades, sino en experiencias.
Cuando estamos inmersos en una tarea que nos emociona o que nos proporciona alegría, tendemos a sentir que el tiempo pasa más rápido. Esta sensación se debe a que nuestra atención está completamente enfocada en la actividad, lo que hace que liberemos neurotransmisores como la dopamina, relacionada con la recompensa y el placer y, por tanto, perdamos la noción del tiempo. Por el contrario, en situaciones de aburrimiento o estrés, el tiempo parece congelarse ya que nuestra mente se aferra a cada segundo, lo que se traduce en horas interminables
Actualmente, el impacto de las tecnologías también puede influir en nuestra percepción temporal. En la era digital, la forma en la que experimentamos y dedicamos nuestro tiempo está cambiando. La constante exposición a estímulos rápidos y la multitarea pueden alterar nuestra visión del paso del tiempo, haciéndolo parecer más fugaz. Asimismo, las redes sociales pueden contribuir a distraernos la mayoría del tiempo, lo que acaba afectando a nuestra capacidad para disfrutar y apreciar el tiempo.
En definitiva, el paso del tiempo es un fenómeno que interactúa con nuestras emociones, experiencias y contextos culturales. Comprender cómo percibimos el tiempo puede ayudarnos a vivir de una manera más consciente y a valorar más los momentos de nuestra vida.
Por Sara Adán.