¿Es limpio el aire que respiramos? [1]
La Organización de las Naciones Unidas (ONU) es clara en su afirmación: el 99 por ciento de la población está expuesta a niveles peligrosos de contaminación, siendo esta problemática la responsable de más de siete millones de muertes prematuras al año.
La virtud global de la calidad del aire confirma la necesidad de reforzar alianzas y multiplicar las inversiones que luchen contra la contaminación atmosférica. Según la ONU, continuando a este ritmo es probable que en 2050 la contaminación del aire en espacios abiertos se multiplique en más de un 50 por ciento.
Los pulmones son el órgano que más sufre las consecuencias de la contaminación del aire que respiramos. Las pequeñas partículas penetran desde los pulmones, extendiéndose por el torrente sanguíneo al resto de nuestro organismo. Estas diminutas sustancias provocan enfermedades como los accidentes cerebrovasculares o el cáncer de pulmón. La salud humana no es la única que se ve afectada, la salud de la Tierra se ve perjudicada por los contaminantes climáticos de vida corta (SLCP), según la ONU, responsables de fomentar el calentamiento global a corto plazo, aumentando las temperaturas, acelerando la fusión de la nieve y el hielo y dañando la productividad agrícola.
¿De qué están formadas estas partículas?
En primer lugar, de carbono negro: producido por los motores diésel, la quema de basura y el uso de cocinas o estufas. Estas partículas son tan finas que pueden penetrar en los pulmones e incluso en el corazón, provocando respuestas inflamatorias y otros efectos a largo plazo. Afortunadamente, su vida útil es de solo diez días.
Ozono troposférico: producido por las emisiones de metano, óxidos de nitrógeno y otros contaminantes industriales cuando interactúan en presencia de la luz solar. Su duración es breve, solo unos pocos días, pero pueden quedar trazas durante un par de meses.
Metano: el 40 por ciento de la emisión es de metano proviene de prácticas ganaderas y, posteriormente, de aguas residuales, petróleo y gas. Estas emisiones favorecen la aparición del asma y pueden perjudicar el desarrollo pulmonar de niños y niñas. Es el más duradero, puede permanecer hasta un decenio.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el 92 por ciento de la población urbana y rural vive en lugares cuyo aire supera los límites de contaminación. Las soluciones que propone la OMS se enfocan en diferentes categorías:
- Transporte: la calidad el aire se vería altamente beneficiada con el fomento del transporte público
- Gestión de los desechos: los vertederos representan el 11 por ciento de las emisiones mundiales de metano y, de hecho, se prevé que los residuos se duplicarán para 2023.
- Aire doméstico: Casi el 60 por ciento de las muertes por contaminación del aire doméstico son de mujeres y niños que pasan horas junto a cocinas que producen hollín
- Energía: el petróleo y el gas producen el 25 por ciento de las emisiones mundiales de metano. Las energías renovables mejoran directamente la calidad del aire al mismo tiempo que frenan el cambio climático.
- Industria: A medida que aumenta el número de personas que viven en las ciudades, la producción de ladrillos contribuye a la contaminación atmosférica.
- Agricultura: la revolución agropecuaria ha aumentado el suministro de alimentos y producciones como la del arroz en campos permanentes inundados son fuentes importantes de metano.
La calidad del aire que respiramos es directamente proporcional a la calidad de nuestra salud y el bienestar ambiental. Simples gestos en nuestro día a día pueden tener consecuencias muy beneficiosas en la Tierra.
Por Sara Adán.