Mente dulce. ¿Por qué nos atrae el azúcar? [1]
Comer de manera saludable forma parte de nuestros planes, sin embargo, nuestros objetivos son muchas veces saboteados por el ansia irremediable de comer alimentos ricos en carbohidratos. ¿Por qué no podemos controlar estos impulsos?
Desde la llegada de la Revolución Industrial, el primer mundo vive en un entorno de abundancia, los supermercados están llenos de productos visualmente atractivos que motivan el instinto evolutivo humano relacionado con la comida. Palmeras de chocolate, galletas, donuts… Estos productos se han convertido en auténticos enemigos alimenticios de los países occidentales debido a su alta consumición y su elevado alto contenido en grasas y azúcares. Un estudio elaborado por el Instituto Max Planck de Investigación del Metabolismo de Colonia (Alemania), en colaboración con la Universidad de Yale (Estados Unidos) ha demostrado que el consumo de alimentos de este tipo altera nuestra mente, de manera que su consumición hace que nuestro cerebro los necesite en un futro, es decir, que aprenda esta preferencia.
Este mismo estudio analizó la respuesta de voluntarios tras consumir alimentos con alto contenido en grasas, demostrando también que sus sistemas dopaminérgicos, región del cerebro responsable de la motivación y la recompensa, se activaban. Del mismo modo, las áreas vinculadas con el impulso de un comportamiento automático y repetitivo salían afectadas, lo que se traduce en que nuestro subconsciente siempre preferirá los alimentos gratificantes.
Sin embargo, con independencia de los problemas relacionados con la adicción a los azúcares, este comportamiento puede llegar a ser normal. Los carbohidratos, al descomponerse en azúcares, son una fuente de energía para nuestras células, por lo que es común sentir la necesidad de consumirlos. No obstante, existen circunstancias en las que podemos experimentar mayor ansia golosa:
- Falta de sueño: no dormir lo suficiente puede alterar el funcionamiento de cuerpo y mente, además de liberar una hormona denominada ghrelina en mayor cantidad, encargada de avisar al organismo cuando necesita comer.
- Temporada de estrés: en muchas personas, el agobio y estrés pueden sentirse calmados mediante el consumo de azúcar y/o carbohidratos. Un incorrecto hábito alimentario pero un alivio rápido en momentos de tensión.
- Aburrimiento: aunque cueste creerlo, la tristeza y el aburrimiento son emociones muy ligadas al apetito dulce. De manera inconsciente tratamos de calmar este vacío emocional con algo tan placentero como el dulce.
- Dietas demasiado restrictivas: en muchas ocasiones, el problema está en planificaciones alimenticias que eliminan los hidratos de carbono.
Comer dulce en cantidades adecuadas no es un problema. Para controlar las ganas excesivas de consumir este tipo de alimentos es importante, en primer lugar, conocer cuáles son los motivos que nos llevan a visitar el almacén donde se encuentran las galletas y, una vez localizado el motivo, intentar sustituir esos momentos, que pueden ser la propia ansiedad o el aburrimiento, por actividades que hagan que nuestra mente esté ocupada. Asimismo, se pueden buscar alternativas más saludables, como un yogur, frutos secos o incluso recurrir al azúcar natural (fructosa), que se encuentra en la fruta.
Por Sara Adán.