La Biblia es sin duda el texto más influyente del mundo que, más allá del ámbito religioso, ha fijado una huella de amplio espectro en todos los aspectos sociales y culturales. Resulta lógico que un texto que a través de los siglos ha causado tanto interés en la humanidad, haya experimentado transformaciones, traducciones, interpretaciones, y en fin, adaptaciones a los tiempos. La exposición “A través de los siglos: historia del texto bíblico”, que estará en La Casa de la Ciencia de Sevilla (CSIC) del 3 al 16 de septiembre, busca explicar a los visitantes cómo ha sido ese complejo proceso de trasmisión.
En opinión de María Teresa Ortega Monasterio, profesora de investigación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) en el Instituto de Lenguas y Culturas del Mediterráneo y Oriente Próximo (ILC) y Guadalupe Seijas de los Ríos-Zarzosa, profesora titular de la Universidad Complutense de Madrid (UCM) en el Departamento de Estudios Hebreos y Arameos, ambas comisarias de la exposición, esta muestra “se propone hacer accesible al gran público una serie de textos que en otro tiempo fueron privilegio de unos pocos, mediante los cuales se puede reconstruir la historia de la transmisión del texto de la Biblia; versa sobre este texto, su evolución en la historia, sus manuscritos y sus ediciones. La exposición se celebra junto con el congreso internacional ‘Los rostros de Dios en la Biblia’, organizado por la Asociación Bíblica Española. También hemos podido contar con la inestimable colaboración de entidades como la Abadía de Montserrat, que ha aportado desinteresadamente un pergamino original datado entre los siglos VIII y IX que reproduce un fragmento del evangelio de Lucas en copto”.
La muestra está organizada por la Asociación Bíblica Española (ABE) y patrocinada por el ILC, instituto del Centro de Ciencias Humanas y Sociales (CCHS) del CSIC en Madrid. Está compuesta por un conjunto de piezas representativas, ejemplares originales y facsímiles, procedentes de diversas bibliotecas y fondos bibliográficos antiguos. Además, la exposición cuenta con veinte paneles de amplio formato donde se explican detalles como los tipos de escritura de las diferentes biblias, las iluminaciones de los manuscritos, los scriptoria donde fueron copiados los ejemplares, y los soportes empleados a lo largo del tiempo: desde el papiro y el rollo, el pergamino y los códices, hasta las contemporáneas biblias impresas.
Algunos de los datos que aportan los materiales apuntan que la Biblia nació como un conjunto de libros escritos en hebreo en el entorno del antiguo Israel, que luego se convertirían en los libros sagrados del judaísmo. Esta hipótesis se hizo más sólida en el año 1947, gracias al descubrimiento accidental de los manuscritos bíblicos del Mar Muerto, datados en los siglos III al I a.C., y que constituyen los más antiguos que se conservan. En aquella ocasión se hallaron copias de todos los libros a excepción de Ester y Nehemías. La actual Biblia cristiana, la que contiene el Nuevo testamento, se fraguó tiempo después, cuando el original texto hebreo fue traducido al griego helenístico, y contó además contó con la incorporación de nuevos materiales por parte de aquellos primeros seguidores de Jesús: Evangelios, cartas y el Apocalipsis.