Seguramente no habías escuchado hablar anteriormente sobre los pellets, un nuevo término que ha llegado a nuestra actualidad informativa con una connotación muy negativa para la salud de los ecosistemas marinos. Estas pequeñas partículas llegaron a España, concretamente a Galicia, después de ser desprendidos inintencionadamente desde contenedores del mercante Tocano mientras navegaba por la costa portuguesa. En su viaje marino, estas partículas llegaron a aguas gallegas, extendiéndose por multitud de playas de la zona.
Esta aparición ha puesto en alerta a instituciones científicas y organizaciones ecologistas, quienes piden que se tomen decisiones de urgencia para evitar un desastre medioambiental, pero, ¿sabemos realmente qué son los pellets?
Estas pequeñas partículas son gránulos de plástico que se utilizan en la industria para la fabricación de productos plásticos. Miden menos de 5 milímetros y mediante su fundición se puede dar forma a un determinado producto, como pueden ser juguetes, bolsas, contenedores o cables, entre otros muchos usos. Es precisamente este pequeño tamaño lo que los hace muy susceptible de ser arrastrados por viento y marea y que, por tanto, se desplacen muchos kilómetros.
Ethel Eljarrat, investigadora del Instituto de Diagnóstico Ambiental y Estudios del Agua (IDAEA), centro de investigación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), alerta sobre la degradación de este material, un tiempo que estima en más de cien años. Además, avisa del impacto negativo que puede llegar a tener para la fauna marina, provocando consecuencias como inanición u obstrucciones e incluso daños hormonales y reproductivos.
Su rápida recogida podría evitar, tal y como indica la investigadora, que los pellets puedan llegar a convertirse en microplásticos o nanoplásticos, lo que se traduciría en un mayor impacto y un mayor tiempo de degradación. Sin embargo, su recogida en la playa se hace muy difícil para los voluntarios y voluntarias debido a su mezcla con la arena, que dificulta su visibilidad. Asimismo, el mar sigue transportando bolsas llenas de estos compuestos, por lo que la investigadora ve “primordial” localizarlos antes de que su dispersión aumente.
Un posible desastre ambiental cuyas consecuencias pueden minimizarse con la correcta toma de decisiones políticas y con la colaboración ciudadana. El planeta nos pertenece a todos y todas y velar por su protección es nuestro trabajo para evitar graves crisis ecológicas.
Por Sara Adán.
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