Según la Agencia Internacional de la Energía (AIE), solo uno de cada 50 coches nuevos en todo el mundo eran eléctricos en 2020. Para que la población pueda reemplazar los coches de combustibles fósiles por coches eléctricos y conseguir cambios notables para el medio ambiente se necesita, al menos, una década. Desgraciadamente no tenemos tanto tiempo para paliar los daños del cambio climático.
Para afrontar este nuevo contexto de crisis climática es necesario limitar el uso de todo transporte motorizado lo antes posible.
El ámbito del transporte es uno de los que presenta más dificultades a la hora de reducir las emisiones de dióxido de carbono. En este sector se utiliza de manera intensiva combustibles fósiles, se depende de infraestructuras que generan una gran cantidad de emisores y el estilo de vida actual es muy dependiente del coche.
Asimismo, los coches eléctricos no son realmente neutros en términos de emisiones de carbono. Para producirlos son necesarias una serie de actividades, como por ejemplo, la actividad minera para obtener las materias primas con las que se hacen las baterías, que generan emisiones de dióxido de carbono.
La sustitución de coches por bicicletas es una forma de reducir emisiones.. Este tipo de viajes son menos costosos económicamente, mejores para nuestra salud y más ecológicos.
En una investigación publicada en la revista “Transportation Research”, un grupo de investigadores descubrieron que las personas que caminan o que van en bicicleta generan huellas de carbono muy inferiores a aquellas que no usan estos medios de transportes. Aunque los transportes activos no sustituyen a todos los desplazamientos motorizados, se cree que se reducirá considerablemente las emisiones de dióxido de carbono.
Para la investigación estudiaron a 4.000 personas que vivían en varias ciudades como Viena, Londres o Barcelona. Durante dos años calcularon la huella de carbono que generaban cada uno de los desplazamientos que realizaban. Los datos revelaban que aquellas personas que utilizaban diariamente la bicicleta como medio de transporte generaban huellas de carbono 84% menores que aquellas que no usaban las bicicletas.
Otro de los datos relevantes de este estudio es que, aunque se sustituyeran los desplazamiento en coche por los desplazamientos en bicicleta un día a la semana, la huella de carbono se reduciría 3,2 kg de CO2, o lo que es igual, conducir un coche durante 10 km.
La carrera para reducir los efectos del cambio climático sigue, y los desplazamientos activos como el uso de la bicicleta pueden ayudar a contener esta situación de crisis climática mucho antes de que los coches eléctricos puedan hacerlo en condiciones. Usar la bicicleta o ir caminando son tipos de desplazamientos no motorizados baratos, fiables y limpios, que además protegen nuestra salud e, incluso, no generan atascos.
Por Clara Barea Prieto.
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